BCCCAP00000000000000000000934

Segundo Domingo después de Navidad Eclesiástico 24, 1-4. 12-16. Efesios 1, 3-6. Juan 1, 1-18: "Era la luz verdadera, que alum– bra a todo hombre". HA LLEGADO LA LUZ En Londres, donde se pagan precios fabulosos por los cua– dros de pintores célebres, se hizo una gran exposición. Pasaron millones ante aquellos lienzos que querían llevar un mensaje para cada hombre. Muchos se detenían, especialmente, ante un cuadro que llevaba por título "La luz del universo". Cristo llegaba con una luz en la mano y llamaba a una puerta. Su gesto era expectante. Llamaba la atención el gesto de Cristo, la intensidad de la luz y la puerta. A su autor, Holman Hunt, le dijeron los críticos: -Pero ¿no se ha dado cuenta? Su puerta tiene un grave defecto -¿Cuál? -No tiene picaporte. No se puede abrir. -Es la puerta del alma y se abre desde dentro. Una pintura simbolista. El cuadro del Evangelio de hoy no es simbolista. Es profunda– mente realista. Es la historia de Dios y el alma. De Cristo y la hu– manidad. Llegó él como palabra, como luz, como verdad, como camino, como vida ... Mil maneras de decir que llegó para nuestra salvación. Se llama el Salvador. Murió por salvarnos. Dio toda su sangre por eso mismo. La cruz lo grita. Pero si nosotros no que– remos "ni el Salvador nos puede salvar". El misterio peligroso de la libertad humana, que Dios respeta como nadie, se hace gráfico en esta metáfora de la luz. Basta abrir los ojos para darse cuenta de que Cristo es la Verdad. El Evangelio nos está gritando su divinidad y su humanidad. El Evan– gelio es un testimonio contundente. Pero si cerramos los ojos... No alumbra el sol al que cierra los ojos. No alumbra el sol al 26

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz