BCCCAP00000000000000000000934
tes que iban, entrecruzándose, para dar cumplimiento al decreto del Emperador. Habría muchos judíos que renegarían de él. Era una manera humillante de dominio sobre el pueblo elegido. Era una forma de crueldad sobre muchas gentes pobres que tenían que dejarlo todo para marchar a su lugar de origen y empadronarse allí, para que el Emperador de Roma supiese cuántos eran sus súbditos, cuantos judíos había... Quizá pensase exterminarlos co– mo muchos quisieron hacerlo en la antigüedad. Pero Yahvé no lo permitiría. Yahve salvará a su pueblo. El enviará a su Mesías... El Mesías iba a su Lado, en el seno de aquella mujer, a la que todos compadecían por tener que estar de viaje, en invierno, en un estado tan avanzado de maternidad. Ella meditaba todo en su corazón. Pensaba, sin duda, qué distintos son los planes de Dios de los de los hombres. Si les hubiera dicho que, sin saberlo, Au– gusto había dado su decreto más acertado, se hubieran echado sobre ella. A nosotros nos sucede lo mismo. Raramente queremos ver la mano de Dios escribiendo la historia de los hombres y nuestra his– toria particular. Si así es, que lo manifieste claramente. Que envíe un ángel como a los pastores, o una estrella como a los Magos. A veces Jo hace así. Pero ordinariamente no. Se sirve de los acon– tecimientos de cada día para abrirse, providencialmente, su cami– no entre el destino de los hombres. Estoy seguro que muchos piensan que estamos en el fin de todos los caminos. En el caso concreto de la Iglesia renovable -no decimos renovada, pues es lo que se trata de hacer- muchos juz– gan que nos hemos metido en un callejón sin salida. La salida de muchos la juzgan como apostasía masiva de los últimos tiempos. Son más ingenuos que José, que ante el misterio iba a echar a co– rrer. Tengamos confianza. Dios sabe filtrarse por donde ni la luz ni el agua se filtran. Dios no abandona a su Iglesia a la disputa de los progresistas y los integristas. Somos unos imbéciles. Ahora es también Navidad para la Iglesia. Está naciendo una nueva Iglesia, renovada, juvenil, evangélica. Los dolores de parto son tremendos. Pero nacerá el hijo -los hijos- de Dios. Estemos completamente seguros y oremos como José y María mientras seguían su camino que misteriosamente era el camino de Dios. 21
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz