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LA SEI\JAL Natividad del Señor /saías 9, 2-7 Tito 2, 11-14 Lucas 2, 1-14: "En aquellos días salió un de– creto del emperador Augusto, ordenando ha– cer un censo del mundo entero". lsaías 62, 11-12 Tito 3, 4-7 Lucas 2, 15-20 lsaías 52, 7-10 Hebreos 1, 1-6 Juan 1, 1-10 "Tus caminos no son mis caminos". Fue dicho en el Antiguo Testamento. O al revés. Da igual. Pues Dios "sabe escribir dere– cho con renglones torcidos". Nadie podía imaginarse que aquel decreto que el emperador de Roma, tan ajeno a las profecías antiguas del minúsculo territo– rio de Israel, iba a hacer que se cumpliese justamente una de sus más importantes profecías: La del nacimiento del Hijo de Dios en Belén, teniendo por cuna un pesebre. Podemos decir que la historia de la soberbia Roma pagana termina en un pesebre y allí comienza la historia del cristianismo. Porque el nacimiento de Jesús marca el momento estelar de la his– toria de la humanidad. Estoy seguro de que el mismo José, acostumbrado a las sor– presas, no imaginaba cómo iba a ser posible que el Mesías nacie– se en Belén, cuando su esposa María lo portaba en su seno por las calles de Nazaret. Quizá pensó en ello. Tal vez planeó marchar a Belén para que 1;1quello fuera posible. Pero, mejor, rezó y se aban– donó en las manos de Dios. Dios tiene sus caminos, y suelen ser muy misteriosos. Por aquellos días los caminos de Israel estaban llenos de gen- 20

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