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u.arto Jomingo de lsaías 7, 10-14 Romanos 1, 1-7 dviento Mateo 1, 18-24: "José, hijo de David, no ten– gas reparo en llevarte a María, tu mujer, por– que la criatura que hay en ella viene del Espí– ritu Santo". LA FE DE JOSE Siempre será la fe el camino más seguro para llegar a Dios. Aunque no siempre sea el más recto. Suele ser el más tortuoso. Tiene sus altibajos, sus claroscuros. Como dijo alguien "fe es la capacidad de vencer las dudas". José nunca hubiera vencido sus dudas si Dios no le hubiera echado una mano. Porque la cosa era evidente. Para él y para to– dos. Lo que pasaba es que los demás no se admiraban lo más mí– nimo. Más bien le felicitaban por su próxima paternidad. Ser padre por primera vez, en cualquier parte del mundo, es siempre un acon– tecimiento. En Israel era, además, una bendición de Dios. Por contraste, José estaba triste. De sobra sabía él que María era inocente. La conocía suficientemente como para jurarlo. Pero también sabía que él no podía ser el padre de aquel fruto que ma– duraba en su vientre. Ambos, según tradición, habían hecho, de mutuo acuerdo, voto de castidad al casarse. Quizá alguno pregun– te, ¿entonces por qué se casaron? Por la sencilla razón de que en Israel era mal vista una mujer soltera. No comprendían la razón de la virginidad; ese carisma que por primera vez había sido inspira– do por Dios a la Virgen. Y ella buscó a un hombre que se lo respe– tase y que la protegiese, según costumbre de Israel. José, por tanto, optó por abandonar a su esposa. Parece iló– gico que el Evangelio diga: "José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto". Pues se encon- 16

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