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Solemnidad de todos los Santos Apocalipsis 7, 2-12 Mateo 5, 1-12a: "En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a ha– blar enseñándoles". SANTOS SIN PEANA Ahora, también se ve un gentío inmenso que camina hacia los cementerios el día de Todos los Santos. Aunque van a depositar unas flores, unas lágrimas, unos rezos sobre las losas de sus muer– tos, van, en el fondo, a rendir culto a los santos. Van, porque creen que aquellos que un día vivieron en este mundo, viven, ahora, en otro mundo mejor. Van a rezar por. ellos y van a rezarles a ellos por tantos asuntos pendientes que dejaron en las casas al partir para la otra vida. Es una manera de rendir culto a unos santos sin peana. Por– que no sólo son santos aquellos que la Iglesia ha canonizado. Es– tos son los grandes modelos de la humanidad. Son las cumbres de las pirámides. Pero las pirámides necesitan también piedras ente– rradas entre la arena. Y no cabe duda que para la pobre viuda, para los hijos, para los hermanos, para los esposos, sus seres queridos eran unos san– tos. Aunque estuviesen llenos de defectos. Y yo no me atrevo a contradecirles. Porque esos muertos enterrados en los cemente– rios cristianos fueron un día bautizados, recibieron a Cristo, peca– ron y confesaron sus pecados, y pidieron auxilio a Dios en los mo– mentos supremos, últimos, de su peregrinar sobre la tierra. Yo no me atrevo a arrancarles ese título de santos que les dan sus fami– liares. Tampoco me atrevo a quitar a sus familiares ese consuelo que sienten en ir ese día a los cementerios. En una pastoral de laboratorio se verá mucho de superstición en esa práctica. Máxi– me cuando existe esa costumbre del rezo precipitado y responsea- 150

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