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Sole1nnidad de la Asunción de María Judit 13, 22-25; 15, 10 Lucas 1, 41-50: "¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?". LA PHIMERA DE LA FILA Al hablaros de la Virgen -Madre de Dios y madre nuestra– que flota entre el cielo y la tierra en esta gran fiesta de la Asun– ción, quiero comenzar contándoos una leyenda nórdica que flota entre los fiordos de Suecia. Dice que había una mariposa gigante que un día se aventuró a cruzar el mar Báltico en busca de otras tierras más cálidas. Pe– ro una tempestad de nieve y granizo se abatió sobre ella, le des– trozó las alas y la derribó sobre el mar. Quedó flotando sobre las olas. Terminó congelándose. Parecía un bloque de hielo que las olas zarandeaban. Pero las algas, la tierra dispersa que danzaba de una parte para otra terminaron por adherirse a ella, y formaron una isla. Un día los hombres llegaron con sus naves hasta ella. Les gustó. Conservaba algo de la belleza de la antigua mariposa. La primavera había llegado. Los hombres construyeron sus casas, sus granjas, y buscaron agua para beber y para regar sus huertas. Entonces construyeron pozos y molinos de viento para sacar el agua. La isla quedó jalonada de molinos que el viento movía día y noche para proporcionar agua a los hombres, a sus ganados y a sus plantas. Pero cuando la tempestad se abatía sobre aquella is– la los molinos giraban enioquecidamente. Semejaban querer arran– car la isla y volar con ella hacia otra parte más cálida y más segu– ra y los campesinos, conocedores de la leyenda, comentaban: -Es la mariposa que tiene nostalgia de sus alas. A nosotros nos sucede lo mismo. Estamos muy anclados en la 14F

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