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Santo. Y para nadie es un secreto que las religiosas de clausura tienen como peculiar misión la de orar por la Iglesia. Por eso su día se ha titulado "Pro orántibus", es decir, "por las que oran". Porque, aunque todos estemos obligados a orar -y a orar mucho- es también cierto que oramos muy poco. Que la prisa y la ansiedad nos comen el tiempo y las ganas. El ambiente ayuda mucho, porque el hombre sigue siendo "el yo y su circunstancia". Pues bien, la clausura de las monjas quiere ser esa circunstan– cia que ayude a la oración. No meramente por ellas, sino por toda la Iglesia y el mundo. Porque la Iglesia es el "Cuerpo místico de Cristo", al que estamos todos vinculados o llamados. Y siguen siendo ciertas las palabras del Papa en su encíclica del "Cuerpo místico de Cristo": "Verdad ciertamente tremenda que nunca se meditará bastante el que la salvación de muchos depende de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del "Cuerpo místico de Cristo". Las monjas tienen esencialmente esa misión: orar y sacrifi– carse por todos. Pero tienen también otras necesidades. Y ellas, que dan tantos dones espirituales a los hombres de nuestro siglo, tienden su mano para recibir algo material. Cualquier colecta re– sulta enojosa. Pero pienso que se pide mucho más para cosas menos importantes. Si nos parásemos un poco a pensar -cosa difícil el pararse a pensar, y también el pensar_:_ nos daríamos cuenta de que nuestra donación sería recompensada al ciento por uno. Estemos seguros de ello. He aquí algunas de las razones del por qué precisamente en el día de Santiago, patrono de España, la jerarquía eclesiástica de nuestra patria ha querido poner el día de los conventos de clau– sura o de vida contemplativa. Estamos seguros de que el hecho de que se les preste atención, es una garantía de que la fe no se apagará entre nosotros, porque hay alguien -muchas- que oran y se sacrifican por todos nosotros. 147
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