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Solemnidad de san ¿QUIEN SOY YO? Hechos 12, 1-11 2 Timoteo 4, 6-8. 17-18 Mateo 16, 13-19 Pedro Cristo, que es Dios, se nos aparece más hombre cuando pre– gunta a sus discípulos qué dicen de él los hombres. Le van dicien– do el nombre de los grandes personajes y profetas con quien le confunden. -Y vosotros, ¿qué? Por todos responde Pedro con su famo– sa confesión, revelada por Dios: -"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". En correspondencia, Cristo les desvela un poco del misterio fundacional de su Iglesia. El la fundará sobre roca y esa roca será Pedro. Las palabras de Cristo suenan así: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la de– rrotará". Las palabras de Cristo siguen resonando en nuestros días. Entre el estrépito del fárrago moderno, entre las carcajadas de quienes se ríen de todo lo divino y humano, siguen sonando a ver– dad las palabras de Cristo a Pedro. La historia constata la autenticidad de las palabras del Se– ñor y la fidelidad del cumplimiento de su profecía. A pesar de ta– les persecuciones de mil índoles, y no son las mejores las moder– nas, la Iglesia sigue en pie. Apóstatas siempre los ha habido, los seguirá habiendo. Traidores también, Cristo fue vendido por uno de ellos. Pero la Iglesia, institución divina de Cristo, seguirá en pie, porque está cimentada sobre roca. Ni todo el poder del infierno desatado podrá con ella. Recien– temente ha hablado el Papa -insistimos- del humo de Satanás que se ha infiltrado por algunas grietas de la Iglesia. Lo cual quie– re decir que desde dentro mismo se la ataca. Eso debe hacernos estar alerta y vigilantes Desde el principio mismo la Iglesia fue combatida desde den– tro. Pensemos que el cuarto evangelio fue escrito contra unos he– rejes que habían nacido en el seno de !a Iglesia. El mismo San Pablo escribió fuertemente contra los judaizantes que ponían en 144
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