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belleza, y aquella misma desproporción en algunos de sus rasgos, ahora no se notaban, y contribuían a resaltar su belleza. Y quedó allí para dar la bienvenida a todos los viajeros que por el mar lle– gaban a Atenas. Es importante buscar una belleza, que dure más de un año, más de un verano, pues en otoño caen las hojas que con tanto es– plendor lucieron en la primavera. ¿Cuál será la fórmula? Sé la historia de una muchacha que no tendría más allá de dieciséis años y era la muchacha más bella del mundo. Fue pro– clamada Miss Mundo. Pasó un año y siguió con su cetro de belle– za. Pasaron dos años, y lo mismo. Cumplió los veinte y nadie pudo destronarla. Y lo que es más grande, lo mismo sucedió cuando cumplió los treinta, y los cuarenta, y los sesenta, y cuando murió... ¿Que cómo se llama? Lleva un nombre que casi todas las mujeres llevan: MARIA. Es, lo habéis adivinado, la Virgen María. De ella di– ce la liturgia y la Iglesia: "Toda hermosa eres, María, y mancha ori– ginal no hay en ti". Por eso fue proclamada, y lo sigue siendo: "Bendita entre todas las mujeres". ¿Por qué esa belleza indestructible? El Evangelio de hoy nos da la clave. La belleza "es un presentimiento del cielo". Y del cie– lo bajó un ángel para proclamarla la más bella de las mujeres di– ciéndole: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo: bendi– ta tú entre las mujeres". Tenemos, pues, la clave. La gracia interior es la fuente de esa belleza que dura más del fugaz año de tantos reinados de belleza. Cualquier mujer que desee prolongar su belleza, debe mantenerse en esa Gracia Espiritual, que hace que Dios esté con ella. Esa gra– cia interior irradiará al exterior. Hará que los hombres nos admire.. mos ante ese espectáculo de mujeres que parecen ser un hontanar de bondad, de simpatía, de alegría, de ternura, de hermosura in– marchitable. Entonces "el eterno femenino" triunfará sobre ese edi– ficio carnal y amanerado que se llama belleza. Entonces reconoce– remos que la mujer es más que biología. En esta fiesta de la Inmaculada, puede ser punto de medita– ción para todos -hombres y mujeres- la frase litúrgica: "Toda hermosa eres, María, y mancha de pecado no hay en ti". 141
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