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Trigésimo domingo Exodo 22, 21-27 1 Tesalonicenses 1, Sc-10 Mateo 22, 34-40: "Maestro, ¿cuál es el manda– miento principal de la Ley?... Estos dos mandamientos sostienen la Ley en– tera y los proi'etas". TODO SOBRE EL AMOR ¿Es esto posible? Hay que volver a repetir la frase de Cristo sobre otro tema: "Para los hombres no es posible, pero todo es posible para Dios". Por eso reduce El los 613 preceptos de la antigua ley a estos dos: amar a Dios y amar al prójimo. El Evangelio de hoy nos dice que los fariseos para tentarle le propusieron esta pregunta: "¿Cuál es E~I mandamiento pr:ncipal de la ley?". ¿Trataron de tentar su sabiduría o su orientación en la selva enmarañada del Antiguo Testamento? Lo cierto es que Cristo los dio una lección que resuena hasta ahora: desbrozó el bosque de la casuística rabínica y dejó erec– tos estos dos preceptos: amor a Dios y amor al prójimo. Actualmente, en plan de unificar y simplificar las cosas, casi queremos hacer ver que existe un solo mandamiento: el amor al prójimo. Hemos llegado a la socialización del amor. No faltan fun– damentos bíblicos a esta interpretación, pero es una afirmación mutilada. Cristo puso dos, aunque con un único fundamento, y no tenemos por qué enmendarle la plana. Suelen decir que lo que importa es el amor al prójimo, que el amor a Dios se presupone. Bien está esto si bien se entiende. Porque en realidad el amor a Dios es la raíz de todos los amores. Puesto que caridad es la virtud sobrenatural por la cual amamos a Dios por ser quien es, y al prójimo y a nosotros por amor de Dios. Por tanto, poco importa ir directamente al amor de Dios, que dar el rodeo del prójimo. Porque el motivo, la raíz, siempre será 128

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