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Vigésimo noveno domingo lsaías 45, 1. 4-6 1 Tesalonicenses 1, 1-5b Mateo 22, 15-21 :"Pues pagad/e al César fo que es del César JI a Días fo que es de Dios". DIOS Y EL CESAR Los judíos quisieron tentar a Jesús con una pregunta difícil: "¿Es lícito pagar el tributo al César o no?". La pregunta tenía ve– neno. Podía ser la perdición para Cristo. El responde como Dios– Hombre, con una frase que se ha hecl10 famosa: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". La respuesta de Cristo es de una sabiduría y realismo únicos. Los judíos llevaban en sus bolsillos las monedas del César. Trafi– caban con ellas. Compraban y vendían. Se enriquecían. Prestaban a un interés desorbitado. Judíos siempre. Si las aceptan, si las aman, si las buscan, que sean por lo menos sinceros. Que lo ha– gan con todas las consecuencias. Cristo únicamente les recuerda que además hay otras realidades superiores. Que Dios está sobre el dinero. El dilema es de una actualidad sangrante. Se pide hoy más que nunca a los cristianos que vivan embebidos en el eielo. Que prescindan de. las realidades terrenas. Que sean desprendidos. Que no busquen el dinero. Que vivan el Evangelio en plenitud. Y precisamente vivirlo en p!enitud es vivir las dos caras de la mone– da. Esos "ultras" que piden eso, lo menos que podían ser es rea– listas. Hay que tener los ojos en el cielo, pero los pies en la tierra. Hay que caminar por el mundo. Y no se puede circular por el mun– do sin esas ruedas doradas del dinero. Como decía Lope "en ei mundo, si no es lo principal, es lo segundo". No se puede pres– cindir del dinero. Es, sin duda, una limitación. Lo mismo que la carretera para el automóvil. Le constriñe entre las cunetas, pero que se salga ... Que intente volar. Y hasta los mismos aviones no pueden prescin· 126
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