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Primer domingo de Adviento lsaías 2, 1-5 Romanos 13, 11-14 Mateo 24, 37-44: "Comprended que si supiera el dueño de fa casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no deiaría abrir un boquete en su casa". COMO UN LADRON El ladrón es un gran psicólogo. No ha estudiado en ninguna universidad. Se ha licenciado en la escuela de la vida. Vagabun– deando por las calles, leyendo en el rostro de las personas, estu– diando los lugares propicios. Pocos hombres tan perspicaces pa– ra leer ese segundo de distracción que tienen hasta los más avis– pados, para sacarle la cartera de la chaqueta, o quitársela de las mismas manos. Un amigo mío que llevaba una cartera de mano llena de dinero, jura y perjura por todos sus antepasados que él jamás soltó esa cartera y al retornar al hogar se encontró con otra similar, pero llena de papeles y baldosines y el peso exacto. El ladrón estudia las personas y los momentos. Busca aquel instante, el más propicio para cometer su felonía. Las horas muer– tas de la noche, cuando todo el mundo duerme. Los métodos si– lenciosos y eficaces. En fin, un gran psicólogo que si falla algunas veces es por aquello de que no hay crimen perfecto. Cuando Cristo nos avisa a todos sobre la vigilancia, toma me– táfora del ladrón que juega para ganar esa baza de la sorpresa, la astucia y distracción humana de la que hemos hablado. "Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Se– ñor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un bo- iO
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