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Vigésimo domingo lsaías 56, 1. 6-7. Romanos 11, 13-15, 29-32. Mateo 15, 21-28: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel". PISANDO LA RAYA El Evangelio de hoy nos presenta a Cristo pisando la frontera de Canán y entrando en un país extranjero. Lo cual, para un judío era un gesto violento. No en el sentido de hoy, cuando los judíos traspasan las fronteras de los países vecinos en son de guerra. Cristo va en son de paz. En Jesús es un gesto mesiánico. Quiere decir a los empeder– nidos racistas que son los judíos, que él ha venido para todos, que su buena nueva tiene que llegar a todos los hombres. Los apóstoles piden que atienda a la cananea que suplica la curación de su hija, simplemente para que les deje en paz con sus gritos de madre desgarrada por el dolor. Cristo deja que le siga para que su gesto cale más en aquellos judíos que tiene por dis– cípulos y que han de aprender a pasar las fronteras y las barreras racistas. Cuando al fin se postró ante El y Jesús la llamó con el tí– tulo de "perros" que los judíos daban a los extranjeros ella lo acep– ta, pero pide unas migajas de milagro para su hija. Cristo alaba su fe y cura a la hija. La lección está dada. Todavía les cuesta aprenderla a los discípulos. Tiene que llegar la pasión y la muerte. Tiene que man– darles: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todos los hombres... " Tienen que venir los milagros que Dios hace ante Pe– dro cuando va a países da gentiles. Tiene, sobre todo, que llegar Pablo, el judío ardiente, viniendo de tierras de paganos a Jerusa- 108

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