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por él. Que incluso dijo que dará el cielo R,or el cacho de pan, el vaso de agua, etc. El sentido de la colecta tiene un profundo sentido de caridad, de alivio a Cristo, a través del hermano. Porque a Cristo ninguno de nos– otros le ha visto, y sin embargo, bajo el disfraz del pobre, le pode– mos ver cada día. Es importante que nos convenzamos de que si no hay amor al prójimo, no hay amor a Dios. Y que a Dios sólo podremos llegar a través de la escala de nuestros hermanos los pobres. En segundo lugar, San Pablo no trata de arruinar a unos para re– mediar a otros, lo que vulgarmente decimos: «Desnudar a un santo para vestir a otro.» Se trata de nivelar. Y esto es superimportante. Es vergonzoso tener que pedir. Se habla de pobres vergonzantes, gentes necesitadas que no se atreven a pedir. Podríamos decir que nosotros somos auténticos pobres vergonzantes. Porque da una ver– güenza tremenda, aunque se disimule, el tener que andar frecuente– mente, casi cada domingo, pidiendo para esto o para lo otro. Aunque os parezca que no, eso da vergüenza. Sería mejor, inmensamente mejor, no tener que pedir. Pero es mucho más vergonzoso el que en medio del cristianismo, quizá aquí mismo, haya cristianos que sobreabunden en dinero, en bienestar, en cosas para consumir y tirar, y a su lado o muy cerca de sus hogares, haya otros que están sufriendo necesidad. Eso no es cristiano, y esos -aunque se lo crean- no son cristianos. Pues la médula, la columna vertebral del cristiano es la caridad. Y volve– mos siempre al tema. Pero es que ese tema nos suena a tema mu– sical, como música de fondo que no cala. Y tiene que calar. Mientras en la sociedad llamada cristiana, que casi se confunde con la sociedad industrializada, no haya una mejor distribución de bienes, no puede haber cristianismo, aunque llevemos ese apellido. Hay que ir a una nivelación, a una mejor distribución de las riquezas. Lo cual no significa arruinar a unos, como en la primitiva iglesia de Jerusalén, sino que se trata de nivelar. Una sociedad próspera, pero sin ricos y sin pobres. Comprendo que ni una colecta, ni un millón van a solucionar el problema. Hay que ir a una transformación más radi– cal; pero mientras llega eso, preciso remediar lo más urgente. Y para eso es esta colecta. 93
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