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Duodécimo domingo EL ETERNO SUEI\IO «El que vive con Cristo es una criatura nue– va. Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo» (2 Cr. 5, 17). Osear Wilde, el célebre dramaturgo inglés, escribió lo siguiente: «Nada hay como la juventud .. Los hombres maduros están hipote– cados a la vida. Los viejos yacen arrinconados en el desván de la vida. Pero la juventud es la señora de la vida. La juventud tiene aguar– dándola un reino. Todo hombre nace rey, y la mayor parte mueren en el destierro, como muchos reyes.» Pienso que la mayor parte de la humanidad suscribiría estas afir– maciones que aún tienen vigencia. Por ello han buscado desde siem– pre algo para rejuvenecer. Y la búsqueda sigue a través de la cien– cia. Y cuando no, saltan a la fantasía de los hombres los mitos. El mismo Osear Wilde inventó su famosa novela «El retrato de Dorian Gray», en la cual las arrugas, las canas y los achaques iban para el retrato, y el protagonista se conservaba a lo largo de los años per– fectamente juvenil. A pesar de todo esto estarnos más de acuerdo con otra frase del mismo Osear Wilde: «Nacemos con el cuerpo joven y caminamos hacia la vejez, sin embargo nacemos con el alma vieja y caminamos hacia la juventud.» Dejémonos de cosas y de ensueños, la juventud es flor primave– ral, la juventud del cuerpo, biológica. No obstante es posible conser– ver la juventud del alma. Por eso nos ha sorprendido un papa ochen– tón corno Juan XXIII con una juventud de alma que ha asombrado al mundo entero. 90

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