BCCCAP00000000000000000000933
Hay fallos. ¿En qué profesión o estado no los hay? Pero no por las crisis, por las quiebras, por los mil avatares de la vida, el hom– bre que ha contraído un compromiso deja de pechar con él y seguir adelante. Es muy de hombres. A veces, no obstante, las dificultades llegan a un límite que se pide la liberación. Cuando el sacerdote, hombre al final, se nota sin fuerzas para seguir adelante con el compromiso adquirido, suele hacer dos co– sas: pedirlas a Dios a través de la oración (lo cual debe hacer siem– pre), o si no desligarse de ese compromiso. Cuando un sacerdote llega a una situación límite y pide la dispensa de su celibato, sole– mos criticarle duramente. Pensamos que es un traidor. Y no. Quizá es sincero. Se da cuenta de su error, de su fragilidad, y pide una liberación. Creo que nadie sufrirá tanto como él al dar este paso. A veces significa romper hasta con sus propios familiares. Por ello se impone la comprensión. Se habla mucho ahora que en virtud de la falta de vocaciones, la Iglesia levantará esta ley. Pienso que está mal enfocado el proble– ma. No es el celibato el motivo de la falta de vocaciones. Hay otros motivos que alguna vez hemos expuesto. Tenemos un testimo– nio de gran valor. Yugoslavia es una nación donde la Iglesia cató– lica está en minoría frente a la Iglesia ortodoxa. En ésta se permite el matrimonio a los sacerdotes. Sin embargo, sucede que hay mu– chas más vocaciones en los Seminarios católicos que en los orto– doxos, a pesar de ser éstos el doble. Por tanto, no es ese el motivo. Porqué la misma escasez de vocaciones de pastores sufren los pro– testantes en las naciones occidentales, y eso que ellos no tienen el celibato y el sueldo suele ser espléndido. ¿Entonces? La cuestión está en el fondo del corazón. Es cuestión de amor, de idealismo. El Concilio lo ha recordado. La vocación sacer– dotal es la aspiradón a un alto y noble ideal. Lo cual no supone nin– gún menosprecio de otros estados y vocaciones que pueden estar a la misma altura. Pensamos que el celibato sigue teniendo vigencia y la seguirá te– niendo. Lo que no impedirá que no tardando ordenen a hombres ca– sados. Eso se ve venir; no hace falta ser profeta para anunciarlo. Pero eso ya es otra cuestión. 75
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz