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tiempo en que cabe repetir la frase profética del padre Teilhard: «A escala cósmica solamente lo fantástico tiene posibilidades de ser cier– to.» Por eso conviene tener mucha imaginación, para no quedar des– lumbrados por las sorpresas que nos Ersperan. V conviene tener fe, para no quedarnos cortos. en la esperanza. Porque ni soñando nos podemos acercar a aquello que Cristo nos tie– ne reservado .. Algo que con infinito amor nos ha preparado desde siem– pre y que ha rubricado en un pacto irrevocable con su propia sangre. Si algo se quiebra, será por nuestra falta de fe, de esperanza y de amor. A él le sobra riqueza, grandeza, poder, eficacia, fuerza y amor para colmar todos nuestros anhelos. Nuestros anhelos, nuestras esperanzas, serán colmados. lo digo en plural, porque se trata de los de todos los hombres. Un poco re– sumido en aquel salmo africano escrito en las ardientes tierras del sol tropical: «Yo dirijo mi canto al corazón del hombre de hoy, que está angustiado. ¡Oh!, hombre de hoy, amurallado por las preocupaciones de su futuro, de las riquezas, que lucha por poder asir, y satisfacer su orgullo y todos sus vicios. Pero, ¡ay!, una riqueza poseída codicia la posesión de otra. V el hombre nunca acabará. Sábete, ¡oh, hombre!, que el corazón del hombre no está hecho para ser saciado con las riquezas materiales. V sólo Dios puede colmarlo habitando en él. Ve a su escucha, y serás colmado. ¡Oh, hombre!, sólo Dios te hará gozar. Sólo bias te dará la paz. Como el hielo, Di.os refrescará tu corazón.» Es todo, pues, cuestión de orientación. V nosotros debemos iman– tar la brújula del corazón hacia la Ascensión. Ascensión, fiesta de la esperanza, no de la nostalgia. 59

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