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ázimo convertido en alimento de las almas. La secuencia pascual dice: «Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.» Los cristianos captaron el sentido íntimo de la nueva Pascual. La frase de San Pablo tenía un pleno sentido para ellos. Nosotros también somos cristianos. ¿Captamos ese sentido inte– rior de la Pascua? Nuestro peligro es ser masa. La masificación del cristianismo es un fenómeno que se ha dado a lo largo de la historia. Cuando la cristiandad era la que imperaba al lado del imperio. Siem– pre el cristianismo salió purificado de la persecución. Pienso que estamos en unos momentos de purificación, de encru– cijada para nuestro cristianismo. Para la mayoría de los cristianos ni la Semana Santa ni la Pascua significa gran cosa. Quizá lo más importante, lo más nuevo, sea el nuevo vestido que se estrena, celebrando así la moda de primavera. Los periódicos nos han dado la noticia que en este año de 1975, en el que escribo, en Segovia, el día del Viernes Santo, se consumió más carne que pescado, bastante más que el año pasado. Sin duda no fueron los segovianos los principales consumidores. No tengo nada contra la carne, contra los que la sirven y los que la comen. Allá ellos. Al fin se trata de algo muy accidental. Mucho más importante es que la Pascua no cobre sentido. Sin du– da la tiene para cantidad de gentes que sí salen más purificados de la Cuaresma, de la Semana Santa, que la han vivido en intensidad. Para esos ha significado mucho y han salido auténticamente reno– vados. Estos son lo que tienen que ser, los que renueven toda la masa. Viviendo un cristianismo sincero, auténtico, actual, será como con– seguirán esa finalidad que es la meta de la Pascua y de la Iglesia hoy. Ya que ésta vive en constante tensión pascual, pues su lema hoy y para ahora mismo es el de Renovación. 47
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