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Domingo de Resurrección «Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos» (1 Cor. 5, 7). LEVADURA EN LA MASA Querido migo: Sin duda te suena el título. Nos bombardearon mu– cho los oídos con esa frase para que llegase a sonarnos como algo familiar. Por fin, tan familiar como el ronroneo del rebaño de coches en la calle. Pero no es una frase gastada, o al menos no debe gastarse y en– terrarse en la rutina. San Pablo en esa pequeña frase condensa una vieja costumbre israelita, que él vivió intensamente de niño, y que sintetiza dos fies– tas ancestrales: la fiesta de la Pascua y de los ázimos. La fiesta de los pastores y de los agricultores. Casi tan antiguas como el mundo. Y que Israel hizo una -bajo el soplo del Espíritu- y que se celebra– ba con un ceremonial estricto. Al pan ordinario que llevaba -así pensaban ellos- un germen de corrupción en la levadura, lo sustituían con el pan ázimo, sin le– vadura. Para ello barrían la casa de arriba abajo para que toda la leva– dura saliese fuera del hogar. Un fiesta simbólica que podía degenerar en vacía, hipócrita, si la purificación no alcanzaba al interior de las personas. Cristo la hizo suya dándola un nuevo sentido. El fue el cordero sin mácula que se. ofrendó por los pecados del mundo. El fue el pan 46

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