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¡RESUCITO! La Asunción de María «Hermanos: Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto.» (1 Cor. 15, 20.) En una de esas encuestas que se suelen hacer en las parroquias preguntaron: ¿Qué significa para ti la Resurrección de Jesucristo? Ignoro qué respuestas se dieron. Pero la gran respuesta la dio hace muchos siglos San Pablo. Encabeza este comentario. Por muchas vueltas que le demos, siempre la resurrección signi– ficará para nosotros, además de una fe, una esperanza y una alegría; no en vano entonamos gozosos el aleluya cuando llega la Pascua. La alegría pascual aletea en la fiesta de hoy, porque vemos que esa fe nuestra no ha quedado defraudada. La segunda criatura que ha surgido del sepulcro, rumbo a un Reino que será nuestro Reino eterno, es la Virgen. La verdad de la Asunción de la Virgen en Cuerpo y Alma a los cielos la creíamos desde siempre; pero como dogma de fe desde que Pío XII lo definió, en 1950, en el anterior Año Santo. Y lo hizo justa– mente el día de Todos los Santos, en la plaza de San Pedro, porque el gentío era inmenso, y teniendo delante de sus labios el montón de micrófonos que llevaron la noticia a todos los rincones del mundo. Hoy llamamos a eso un acto triunfalista. Y lo es. Pero creo que con razón se puede ser triunfalista en un acontecimiento así. Gozosamen– te triunfalistas. Más que celebrar un acontecimiento, es lanzar al mun– do un anuncio: ¡Resucitó! Cristo, María. Nosotros también resucita– remos. 146

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