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ficios palpables, adoraban a un Dios invisible, no fabricado por arte– sanos, se reunían en las casas a celebrar la Eucaristía. Luego la institución pudo con todo. Volvieron los templos, las ba– sílicas, las grandes ceremonias, el poder, la influencia, el boato ... Y ahora resulta qUe muchos no encuentran la fe tras esa muralla. La culpa no puede ser toda de la muralla, sino de quienes rehúyen el esfuerzo de escalarla. La institución se ha dado cuenta de ello: Y por eso trata de des– montar muchas cosas que chocan a la mentalidad de hoy. A algunos les· parece que va muy de prisa; a otros, que va muy despacio. Quizá por eso podemos asegurar que va al ritmo que debe. Y también. tenemos que decir, con perdón de los inmovilistas, que el cambio es necesario. Pues la vida es un continuo caleidoscopio. Permanecer inmutable es no marchar con los signos de los tiempos, que tienen un poco o un mucho del aliento del Espíritu. Por eso, bien venidas sean ciertas reformas que intentan dar una imagen más verí– dica de Jesús y su Evangelio. Al principio chocan, pero después to– das las personas razonables se dan cuenta de que está mucho me– jor así. Se dan otros casos de saltos en la fe. Es decir, gentes que hasta ayer eran «fervientes» católicos y nos enteramos de que se han he– cho testigos de Jehová, o de otra secta cualquiera. ¿Por qué? Pienso que son temperamentos extremos que buscan soluciones tajantes. Si católicos quieren que todo se solucione a golpes de dogmas o de ex– comuniones, si de otros, con la Biblia en la mano anunciando, con pelos y señales, eso que ellos esperan y creen. Amigos, equilibrio. Nuestra fe es frágil, como una semilla que se va haciendo. Por eso habrá que cuidarla, cultivarla y fortalecerla. A veces la misma prueba le da vigor. Porque «nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan». Que Santiago, el sembrador de la fe en nuestra Patria, nos ayude en esta lucha equilibrada de nuestra fe. Que su grito de hoy no sea «Santiago, y cierra España», que no vuelvan los tiempos de las gue– rras o guerrillas religiosas. Que tengamos comprensión. 145

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