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Santiago: Patrono de España EL EQUILIBRIO «Hermanos: Este tesoro lo llevcunos en vasi– jas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.» (2 Cor. 4,7.) El problema de la fe es multiforme. Existía, existe, ese problema que aquí plantea San Pablo: de que llevan su fe en el Resucitado en vasijas frágiles, y como son combatidos por doquier, existe el peli– gro de que se quiebre. Sólo la gracia de Dios ... Porque nunca insis– tiremos bastante en decir que la fe es gracia de Dios. Existe hoy el problema de gentes que notan que la vasija de su fe hace agua por todas partes. Y, de pronto, se dan cuenta de que están vacíos. Y dicen con una tranquilidad tremenda que no creen en nada. Este fenómeno es cierto. Lo palpamos en la calle, sobre todo en la juventud. ¿Qué decir de todo eso? Que en muchos casos es ganas de no– toriedad. Que dicen que son ateos como pueden decir que son «hip– pies». Cuando pasa la moda vuelven a la fe: a Jesús Superstar, y mil modas diversas en torno a Jesús. Era una fe con poco contenido. Por eso nada extraña que se derrame tan pronto. En otros, ciertamente, es una profunda crisis de fe. Cuando se habla con ellos y se les explica un poco cómo tiene que ser la fe, la Iglesia, cómo es el Evangelio, dicen espontáneamente: entonces sí. En ése sí creo yo. Les ha pasado que el bosque de la institución les ha impedido ver el árbol de la fe. Lo gracioso del caso es que primitivamente a los cristianos les tildaban de ateos, porque no tenían templos, ni sacri- 144

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