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Solemnidad de la Inmaculada Concepción LA INMACULADA Cuando llega la gran fiesta de la Inmaculada con su manto azul desplegado, llega una gran ilusión a nuestra vida. Y aunque la nieve sea blanca como su túnica, la fiesta es azul, azul de ilusión. La Na– vidad está próxima. Y también la primavera. Pues cuando el invierno llega es que la primavera se acerca. Dejemos lirismos y cantos más o menos religiosos, y pidamos a la Virgen, en esta gran fiesta, algo de lo que estamos muy necesita– dos: el equilibrio. Ha nacido un nuevo título mariano: «Santa María del Equilibrio», y le han compuesto una oración que no hago más que transcribir: «Madre Inmaculada: Te pedimos el don del equilibrio cristiano, tan necesario a la Iglesia y al mundo de hoy. Líbranos del mal y de nuestras miserias. Sálvanos de los compro– misos y de los conformismos. Consérvanos lejos de los mitos y de las ilusiones, del desaliento y el orgullo, de la timidez y de la sufi– ciencia, de la ignorancia y de la presunción, del error y de la dureza de corazón. 138

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