BCCCAP00000000000000000000933

Trigésimo tercer domingo LA DUDA OFENDE «Pero Cristo ofreció por los pecados para siempre jamás un solo saáificio» (Hbr. 10-12). Pero, ¿cómo va a perdonar Dios a ese bandido, a ese criminal, a ese ... ? No puede alcanzar el perdón a ese ... Para ése, para mí y para ti alcanza el perdón de Dios. Tenemos un concepto muy pobre del amor y del perdón de Dios. Queremos medir a Dios por nuestro mismo metro, y eso no vale. El sacrificio de Cristo es de valor infinito. Y por mucho que pe– quemos tú, yo y el otro. Por mucho que nos diga que la malicia del pecado, según se considere, es infinita, es un considerando muy apar– tado de la realidad. Pues nada hay tan monótono como el pecado. Ni nadie tan disculpable como el pecador. Hasta los psiquíatras andan descubriendo una enfermedad, o muchas, donde clasificarle. Lo cierto, lo que no es un considerando, sino muy digno de ser considerado, es el sacrificio de Cristo. de valor infinito. Y por mucho que se peque, siempre alcanza su perdón a todo pecado. 132

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz