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LA ENVIDIA Vigésimo quinto domingo «Hermanos: Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males» (St. 3, 16). « Todo lo que une es de Dios; todo lo que divide es del demonio.» Así dice la frase tan citada. Aparte de que actualmente estamos ha, ciendo del demonio «un pobre diablo», me parece a mí que tenemos buen demonio tentador y divisor en la envidia. Santiago, en su carta de hoy, escribe: «Hermanos, donde hay en• vidias y peleas hay desorden y toda clase de males.» Nos basta esta frase para pensar en este día a nosotros, los es– pañoles. Porque se ha dicho que la envidia es el vicio nacional. Tanto, que en «Los españoles y los siete pecados capitales», Fernando Díaz Plaja llega a escribir que seríamos perfectos si no fuésemos tan en– vidiosos. La envidia nos impide ver todo lo bueno que existe en nuestra Pa– tria. La envidia nos impide prosperar más, porque tememos -quizá– que prosperen los otros a la par. La envidia nos impide unirnos en una meta común, y cuando nos unimos tiene que ser a la fuerza, por pre– siones exteriores. La envidia nos causa pena de la prosperidad ajena. 116

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