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Vigésimo domingo «Fijaos bien, hermanos, cómo andáis: no seáis insensatos, sino sensatos... » (Ef. 5, 15). ESCUELA DE PEATONES La escuela de peatones es la más vieja de todas las escuelas del mundo. La primera madre que tuvo un niño -que si las noticas no fallan fue Eva- enseñó a andar a su hijo Caín, aunque luego se ex– traviase por malos caminos. Hoy el enseñar a andar entre el laberinto trepidante de las calles llenas de coches es una de las más difíciles ciencias. A pesar de las llamadas multicolores de los semáforos, casi todos los días los pe– riódicos nos traen noticias de atropellos a peatones. Y casi siempre tienen por denominador común la imprudencia. Por tanto hay que sa– ber andar por las calles. Esta advertencia la dio San Pablo hace muchos siglos. No precisa– mente para andar por las calles, que entonces no estaban asfaltadas como tantas y tantas de nuestras ciudades, sino para andar por la vida de la fe. Son unas advertencias complejas, pero que vienen a in– cidir en una misma idea: hay que andar con los ojos muy abiertos y la mente muy despejada, y siempre guiados por el semáforo del espí– ritu. «Fijaos bien, hermanos, cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos. Sabed comprar la ocasión, porque vienen días malos. Por 106
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