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con toda el ahna y con todas las fuerzas, y este amor ha de estar al menos latente en todos los . momentos. E:l .amor .de Dios. ha de ser lo que informe toda nuestra vida, el alma de todo nuestro obrar. Este es el grito que constantemente. debie– ra elevarse de nuestro corazón: « ¡ Dios mío, os amo!» Esta. es lá frase que repite ,en sí misma una y otra vez el alma interior. Este fue el canto del alma con que Santa Teresita del Niño Jesús ce– rró sus labios en iel momento de la muerte. Sin duda que era la frase que sin cesar brotaba de su corazón. Prueba de ello es la siguiente anéc– dota. Era la víspera de su rimert,e. Quiso quedar– se sola por Ia· noche; pero su enfermem la visi– taba eón frecuencia a pesar de sus repetidas sú– plicas. En una de estas visitas, la encontró con las manos juntas y los pjos elevados al cielo. - ¿Qué hace así? - le preguntó 1a enfer– mera-. Debería intentar dormir. - No puedo, hermanita mía, padezco de- masiado. -¿Qué hacer sino orar? -¿Y qué le dice a Jesús? - No le digo nada. ¡ Le amo! ¡ Le amo ! He aquí una perfecta vida inte– rior: no dedr nada a fosús, pero aimar:le, vol– car en El toda el alma y todo el corazón, vivir 93
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