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Pero al. alma interior no le basta una vida externa aunque esté bien empleada .en el divi– no servicio. Aspira a go~ar de la suave 1ntimi– dad con el Amadó. En otros términos: no se conforma tan sólo con vivir para Dios, sino que se propone y se esfuerna en vivir con Dios. ¡ Vivir con Dios ! Este es el ideal de la:s al– mas interiores. Dios es su pensamiento obsesio– nante, el dulce imán de su corazón, y por eso toda su ,preocupación, es mantener en El absor– ta la mente y dirigir a. El toda su afección y voluntad. De ahí que siempre que la: fragilidad humana lo permita, están adheridas,_ abraza– das a su adorado Dueño. ¡ Vivir con Dios ! Esta es ·la ocupación inás santa y más bella que se puede tener en la tie– rra. Ocupación que es muy parecida a la que tienen los bienaventurados en el cielo, los cua– les sin oesair contemplan a Dios, se mantienen unidos a El por el amor y se anegan en un océac. no de paz y de dicha. Ooncretand:o más los conceptos, podemos de– cir que la vida interior es una epifanía de Dios en el alma. Dios vive. en ella y ella convierte a Dios todas sus miradas, todas sus intenciones, todos sus afectos. Este es el ideal de vida que concibió y realizó Sor Isabel de la Sma. Trini– dad, cuyo lema hacía consistir en estas pala– bras: «Dios en mí y yo en El». 90

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