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presencia del Amado, su morada interi.or antes– fría pobre y nublada, en celeste mansión quedó trocada; Esto quiere decir que se convirtió en un pe– queño cielo. Así es en verdad : cielo es el alma por la gracia, principio de la vida dnterior. Lo afirma San Agustín con _esta hermosa frase: «Llevando al Dios del cielo, cielo somos». E,l cielo es, lugar donde Dios se muestra a sus elegidos '.()ara que ·le contemplen, le amen y vivan anegados en el torrente. de sus delii.cias. Allí los bienaventurados participan de la mis– ma vida de Diüis en el conocer y en el iaimar. El hombre que se halla en gracia, y sobre todo, si lleva intensa vida interior; aunque no goza aún de la v.isió:r1. beatífica, ya participa de ,la vida de Dios. La -lleva en sí como en germen. La vida de la gracia en la tierri;i. y la vida bie– naventurada eri el .cielo. vien~n. a tener un mis– mo principio. Entre las dos no hay más que un pequeño y· delgado velo que es. nuestra carne; esto es lo que nos impide gozar· de la vista de Dios. Pero vendrá .un día en que se rompa este velo y entonces veremos 'a._ Dios como es en sí. La gracia no es sino el anticipo del cielo. Con ella poseemos a Dios y tenemos derecho a en– trar al morir en la ,patria bienaventurada. Por 82

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