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retjtelllente las almas p:ueden comunic.arse con el Señor. Después de alzar Salomón un magnífüco templo a hi Majestad .de Dios, elevó al Altísimo una larga y· sentida oración, y fueron presen– tadas al Señor numerosas víctimas. Entonces bajó fuego del cielo y consumió los holocaus– tos. La gloria del Señor llenó al instante aquel templo. Por fin, se oyó la ·vo:z de Dios que pro– metía escuchar en aquel lugar a cuantos hu– milclemente le invocasen. No tiene que ver nada la santidad del tem– plo de Salomón pon el templo católico. Aquí se halla realmente Aquel que es la fuente de todas las gracias, Cristo Jesús, que lo llena to– do de su majestad y de su gloria. El perma– nece prisionero de amor en el Sagrario, por– gue ha puesto sus delicias en morar entre los hombres para ser el compañero de nuestro des– tierro, el sustep.to de nuestras. almas. Eil corazón del cristiano que se halla en gra– cia, encierra también más sublimidad que el templo de Salomón. En él se halla Dios de– rramando sus finezas. También Cristo, hacién– dolo miembro de su puE!rpo místico, incorpo– rándolo a sí, vive coJJ. él y en él., si no con su cuerpo, es decir, sac;ramentalmente como en el Sagrario, sí ele .una manera muy ínt,ima y muy es_treoha, ejercie;ndo en él su acción vital. 80
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