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sera:blé choza en la misma miseria que se .sem tía antes de su visita. Dios no es así. Cuando entra en algi.ma al~. ma por la gracia es con la intención de que 0 darse allí para siempre, a fin de compartir con eUa su misma vida. No se contenta con hacer– le algún favor o entregarle alguna dádiva. Obra en ella la más admirahle transformación. Trans– formación que está ,eX:presada en estas palabras del poema que comentamos: la que estaba, en su ausencia, fría, pobre y nublada, en celeste mansión quedó trocada. Frío, miseria y oscuridad reina en el alma que aún no ha dado libre entrada al Amado. Su ausencia lo envuelve todo en lúgubres cres– pones de muerte. Pero, al momento de entrar el Amado hay una gran novedad, un maravi– lloso cambio. Es como si entrara el mismo sol para inundarlo todo de viida. Con sola su pre– sencia la mísera vivienda humana se trueca en mansión verdaderamente celestial. De este mo– do se cumple también en el alma lo que dice San Juan de la Cruz de los sotos de este rnun– d'o, los que el Amado, a su paso Con sola su figura, Vestidos los dejó de su hermosura. De semejante manera al pasar y entrar Dios 77

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