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COMENTARIO El ailma que abrió de par en par las puertas a su Amado con la fiel correspondencia a su gracia, después que lo albergó en su interior cenáculo, al convertir su mirada al propio ho– gar, se llenó de asombro al darse cuenta del cambio sorprendente obrado en él. Por eso di– ce: Con su amable presencia hubo gran novedad en mi morada : Es verdad : con la presencia amorosa de Dios, todo se llena de riqueza y de hennosu– ra. El llega con su gracia a elevar y ennoblecer el alma que le ama. Los grandes personajes de la tierra no sue– len hacer su visita a los pobres desgraciados que habitan en mísero tugurio. Si algU111a que otra vez se acercan a ellos, es para hacer osten– tación de su liberalidad. Al entrar en la humil– de vivienda de ellos se contentan con repartir algunas limosnas, lo más frecuente por medio de sus servidores. Luego se van y dejan la mi- 76

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