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halla realizando la más misteriosa y sorpren– dente actividad. Viviendo allí su vida trinita– r1a, se convierte al aJma para comunicar.le esa vida íntima. La ayuda con su gracia actual; la Hustra con sus luces e inspiraciones, la embe– llece con un destello de su divina hermosura, reproduce en ella su imagen de una manera sobrenatural, la hace partícipe de su misma na– turaleza. Esta sublime y consoladora realidad que debiera tenernos absortos para no pensar más que en el divino Huésped que se halla en nues– tro corazón, es ignorada, olvidada por muchos cristianos, y hasta por un gran número de al– mas dedicadas a la piedad. Dios está en el alma, pero no se le hace ca– so, no se para la atención en ello. De este mo– do es imposible que puedan disfrutar de las riquezas de la vida interior. Les pasia: a estas almas lo que a aquel que tu– viera en su casa enoerrados tesoros inaprecia– bles, preciosidades sin cuento, y no se dier~ cuenta de ello siquiera y por eso se halla en la mayor pobreza, padeciendo toda olase de ne– cesidades. ·EJ mal de muchas almas proviene de este reprensible e ine:x;plicable olvido. Así no temen: entregarse a la disipación, y si llega el caso, dan en lamentables caídas. Dios está en su co- 70