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dieras gozar de la vida de la que ahora dis– frutas, y con ella, me sirvieras en el tiempo y te hicieras partícipe de mi giloria en la eter– nidad. El mismo amor me movió a venir a la tie– rra para llevar una vida de humillaciones y sufoimientos hais,ta morir en el patíbulo infa– me de la cruz. Por ti soporté toda clase de dolo– res e ignominias. Por ti derramé toda mi san– gre con el fin de redimirte y salvarte. ¡Tu Dios morir por ti! ¿Puedes concebir más grande amor? La redención que tan generosamente obré por ti fue seguida de otros innumerables beo:i:e– fidos: sacramentos, instruc:ciión religiosa, eil don inapreciable de la fo, buenos consejos, amorosas correcciones, y ot11as gracias que no son para recordar ahora, pero que tú debes te– ner muy presentes. Tan estupendos beneficios fueron por ti lo– camente despreciados. Vino la tentación. Esta te. doró el pecado con ilusorios atractivos, y en 1+n momento de vértigo; de locura inconcebible, caíste vergonzosamente, olvidándote de tu Dios, crucificando de nuevo a tu Redentor; siendo. in– fiel a tu soberano Esposo. Nuevamente mi amor me llevó a acercarme a ti para levantarte del lecho, de tus Cl.J.lpas, y darte la vida de, la gracia. 62