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¡ Qué grato y placentero es para nuestro co– razón oir atllilque sea de 11ejos 1,a voz de la per– sona amada ! La voz de Cristo ya se sienta cer– ca o lejos, al hab1a1rnos al alma, es todo un rau– dal de armonía. La voz de Cristo resuena con distintos ma– tices •en todas las almas. Para el alma interior ,es sobre manern ameible y deleitosa. También eUa, llena de alborozo, exclama a1l oírla: - ¡La voz de mi Amado l Esta voz es todo un divino poema y tan só– lo oon oírla, el alma se queda encendida. en la hoguera de la caridad. Pero, ¿qué habla el Amado al alma? Ella misma lo da a entender, diciendo: entre tantos primores, mi Aimado me contaba sus amores. El Amado oculto de u:n modo misterioso en el jardín interior, deja oir su voz, y allí entre las flores, al compás de la armonía que forman los pájaros, las frondas y :las fuentes, habla dulcí– simamente al alma, recordándole :La historia de sus amores para can ella. En este íntimo . coloquio le dioe : - «Con amor ,eterno te amé» (Jer. 31, 3), y con este amor quiero atraerte a mí para que seas una cosa conmigo. Este amor infinito me impulsó a crearte de la nada, a fin de que pu- 61
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