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COMENTARIO El alma que, por la bondad de Dios, ha sa– lido del pecado o se ha 1levantado del lecho de la tibieza, ,el gozar de una intensa vida interior, rebosando amor y gratitud no hace más que dar a conocer su dicha. Después de comparar el cambio obrado en ella a la aurora que trae el día lleno de movimiento y alegría, nos habla ahora más en concreto de la hermosura de la -gracia y de la vida interior. Para ello se vale de la epifanía de vida, de luz, de color, de perfume y de armonía que, al llegar la p11imavera, se nos muestra por toda la tierra. Sus primores son indescriptibles. Todo en esta época del año se encuentra renovado. La vida de la naturaleza pone de manifiesto su fecundidad. Por doquier hay una explosión de verdor y lozanía. El rocío ofrece sus pe11las al rayar el a1ba; las flores exhalan sus fragancias ; cantan los pájaros; las frondas y las fuentes dejan oir sus murmullos. Esta epifanía que trae consigo fa primave– ra nos la recuerda el sagrado poema oriental llamado Cantar de cantares en donde vemos 56

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