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ción, el 11egocijo. Sobr,e todo .la aurora de un día espléndido de primavera o de estío es en gran manera bella. Bl delo se tiñ,e de beUísimos arreboles ; las flores abren sus corolas y espa,r– cen sus perfumes, los pájaros prorrumpen en estrepitosos y sono1cos gorjeos, los animales re– tozan por el campo, los hombres se van a sus queháoeres, todo, todo vuelve a la vida y en~ tona un himno grandioso al Creador. Aurora de gracia es 1la conversión. Entonces en el alma todo es alegría y gozo en el Señor. Con razón ,se dioe aquí que los rojos fulgores de la aum1:a dieron fin a los enojos que ator– mentaban el alma; es decir, terminaron los pe– sares, los remordimiento,s, las inquietudes de la conciencia. El pecado, la resistendia a la gracia dejaron de punzar el alma. H retorno a Dios trae al corazón el ansiado reposo. Conversión a Dios es también el tránsito de la tibieza a la vida de fervor. Entonces la vida interior se int,ensifica, se hermosea, se desarro– lla en gran manera, y se disfruta de una pro– funda paz. Alma mía, gózate en el Señor, viviendo uni– da a El por medio de la gracia, y correspon– diendo a ila acción de Dios, haz de tu parte cuan– to puedas por que ,esa gracia sea cada día más abundante y haya en t,i una espléndida floración de virtudes cristianas. Repite en ti las palaibras 53

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