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COMENTARIO La vida interior, cuando se vive en toda su intensidad, por fuerza, ha de produdr sus fru– tos. La frecuente comunicación entre dos per– sonas naturalmente engendra el afecto, la com– penetmción de almas y corazones. De la misma manera el trato amoroso con Dios tiene que ir poco a poco obrando en el alma profunda trans– formación hasta conducirla a las alturas de la santidad. El alma interior tiene fija la mirada en ei Amaido que está pbesente en su corazón. Le diri– ge su palabra, escuoha su voz. Esto hace que se vaya de El enamorando hasta que aI fin llega a vi,vir en íntima y amorosa unión con EL Se cumple así una vez más lo que dice San Pablo : «El que se llega al Señor se hace un es,píritu con El» (1 Cor. 6, 17); Dios y el alma vienen a ser una sola cosa por el amor. La razón de esto es que el amor lleva en sí una gran fuerza transformativa. El que ama a una persona Hende a fundirse o hacerse una cosa con ella. Hsto es lo que enseña Santo To- 116

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