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fundida eri Dios, viviendo como los bienaven– turados la misma vida divina. En cambio la falta de comunicación con Dios, el descúido de la oración, lleva a muchas alrriás aún de las .que se dedican a la piedad, a la disipación, al olvido de Dios. Dios está en ellas; pero viven ajenas a esta sublime y consoladora realidad. Su pensamien– to no está puesto en El, sino en las mil frivoli– dades que la vida les ofrece. Su afecto tampoco a El se dirige, pues aman desordenadamente los efímeros encantos que el mundo les pre– senta. Alma.disipada, no vivas de esta suerte. VuéI~ vete al centro de tu reposo. Propónte fomentar eh ti Ía comunicación con: Dios por· medio de ffeéúente y fervorosa oración, a· fin de que en tu jardín· interior brote sie:rhpre un surtidor que «sus perlas desgranando», todo lo alegre coú.. su inürmurio y su frec;cura.

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