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Oración y contemplaoión ,son el alma de la vida i:ntentor, el horno· donde s,e enciende la divina caridad. Aquí es donde el hombre espi– ritual se limpia de sus pecados, se cimienta en las virtudes cristianas, da de mano a Jas afi– ciones y vanidades terrenas, se afervora, se lle– na de Dios. Omción y oontemplación·soneJ a,gu,aque rie~ ga l,ai oculta heredad del alma hasta hacerJ.a producir flores y frutos de santidad. Este es el surtidor que murmura rumoroso en el jardín interior, lo alegra todo con su monótono ritmo y vierte su lluvia en forma de penlas, que todo lo llena de frescura, de belleza, de vida. Oración y contemplación son lós divinos as– censores· por donde tantas almas ignoradas del mundo, van subiendo a las .alturas de la perfec– ción cristiana hasta hacerse una cosa con Cris– to. Ailma cristiana, aquí tienes el principal me– dio. para ser en verdad inter.ior: orar, orar mu~ ¡;:ho y con fervor. Pasa grandes ratos hablando con Dios, tu Amado, en soledad, en recogimien– to profundo. Ten en cuenta fo que dice Santa Teresa de Jesús: «No .es otra cosa oración men– tal, sino tratar de amistad estando muchas .ve~ ces tratando a solas con quien sabemos que nos ama» (Vida, 8, 5}., Este amoroso y frecuente trato o coloquio 102

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