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Desde un principio Pilatos se pone de parte del reo, pues comprende que es inocente, y que tan sólo la envidia refinada de aquellos corazones po– dridos lo ha conducido a su presencia. Ellos, más zorros y mucho más astutos que el Presidente, han preparado el terreno de manera tal, que saldrán con la suya, a pesar de la fuerte oposición que encuentran en el Presidente. Muchas, muchísimas vueltas le han dado al asunto, y saldrá . como ellos quieran. Por de pronto les conviene obrar con cautela, con calma, sin precipitar los acontecimientos. Muy de mañana se presentan los grandes de la nación con el reo ante Pilatos. Como es. víspera de la gran festividad pascual, no entran en el pala– cio del pagano, por no mancharse; y no se dan cuenta de que sus manos están destilando sangre inocente; que están maquinando horrendo deicidio. Envían a Jesús delante, y junto con él un recado, suplicando al Presidente salga fuera, donde le es– peran para resolver un asunto trascendental. No fué muy del agrado de Pilatos, que le metiesen con aquel hombre, del que tantas cosas había oído. Malhumorado y en tono agrio les pregunta: -¿Qué acusación traéis contra este hombre? Y como unos y otros se habían puesto en circuns– tancias un poco recelosas, le contestaron en la misma forma: - Si éste no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.- Buena ocasión se le presentaba a Pilatos para librarse de aquel asunto enojoso. Tomando por la palabra a los acusadores, les replica: -Si así es, tomadle vosotros y juzgadle según 76
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