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Y así fueron sucediéndose por largo tiempo las burlas de los sacerdotes y de los grandes del pueblo. i Qué ignominia para Jesús, verse tan vilmente tratado! Y más, i qué ignominia para aquellos hom– bres el tratar tan indignamente al inocente! Cuando se cansaron de burlarse, bien que no estaban satisfechos, se retiraron, meditando el modo de acusarle al día siguiente ante el Pretor R.omano. :En sus pechos se estaba encubando la más negra traición, la mentira, la venganza. :Era preciso con– vencer a Pilatos de la culpabilidad del reo. Y revolviendo tan negros pensamientos; se fueron a descansar.... ¿Descansaron? Jeséis quedó aquella noche en manos de la solda– desca soez y brutal; a merced de los caprichos de la servidumbre corrompida, de una canalla sin honor, sin dignidad y sin vergüenza, que tan sólo vive del odio y se alimenta de la venganza. :En sus manos quedó, como el .cordero en las garras del lobo, como la avecilla inocente entre los anillos de la serpiente venenosa. Nunca pasaron más lentas las horas como aquella noche de sufrimientos y de dolores. Por una parte, abandonan a Jesús todos los suyos; por otra, los enemigos se entregan a todos los excesos del furor y de la rabia. i Qué noche! i qué triste noche la del ósculo nefando! Jesús quedó durante toda ella en manos de los verdugos. ¿Qué podría esperar de aquellos viles y asalaria– dos sirvientes de los pontífices? 72

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