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XII OJOS QUE MIRAN Se empeña Pedro en negar que sea discípulo y seguidor de Jesucristo, y por tres veces lo repite en la casa del Sumo Sacerdote ante la soldadesca. Para que mejor lo crean, jura y perjura. Seguramente que en aquellos momentos ni se acordaba de las palabras de Jesús a él ex professo dirigidas después de la cena. i Somos tan olvida– dizos a veces los hombres!. ... · Ello es lo cierto que, cuando Jesús dijo a los apóstoles: «Todos vosotros vais a escandalizaros en mí esta noche», Pedro, como herido en lo más vivo de su amor propio, y confiando demasiado en sus propias fuerzas, saltó al instante como siempre: «iAsí todos se escandalicen en ti, yo no! Yo no me escandalizaré jamás.» . Era su carácter impetuoso, vehemente el que le hacía hablar de está manera, sin darse cuenta de su debilidad. Jesús, sí, Jesús le conocía bien a fondo, y pre– viendo los sucesos de aquella misma noche, la pusilanimidad del apóstol, ahora tan resuelto, añadió, dirigiéndose a Pedro en particular: «En verdad te digo que tú, hoy, en esta misma noche,. dentro de breves horas, antes que el gallo cante la segunda vez, ya me habrás negado tres,}> · ·· Tremendas. palabras, que deberían haber hecho temblar al apóstol; pero él, en vez de tomarlas 5 M adridanos, Cristo paciente 65
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