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XI NO LE CONOZCO En muy mala coyuntura fué a meterse el apóstol Pedro en casa del Sumo Sacerdote. Apenas hubo traspasado el umbral de la pu~rta, una sirvienta, la portera, clavó en él la mirada curiosa, sin perderlo de vista ni por un solo mo– mento. Aquel hombre ... y en aquellas circunstan– cias le infunde sospechas. Ya llegará la oportuni– dad de cerciorarse. Las cosquillas que. le hacen a la despreocupada sirvienta aquellas sospechas no la dejan tranquila; busca el modo de acercarse a Pedro para darle el ataque. Pedro entre tanto, sin darse cuenta de que su presencia en aquellos lug'ares y a tales horas ha levantado fuerte polvareda, infundiendo recelos y temores, con la mayor naturalidad fué a sentarse junto a los soldados y la servidumbre, para más fácilmente poder observar de cerca el proceso del Maestro y ver en qué terminaba todo ello. Poco tiempo había pasado desde su llegada, cuando la portera, que franqueó la entrada, comida de curiosidad, se acercó a él, y a boca de jarro le espetó esta pregunta: - ¿Acaso también tú eres de los discípulos de ese hombre? Ante esta pregunta tan inesperada las miradas curiosas de todos se clavaron en Pedro, midiéndolo de arriba abajo. 59

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