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¡Poder asombroso del sacerdote católico! iDicha inefable de las almas que comulgan! ¿Cómo agra– decer tanta dignación? ¿cómo tanta bondad? i Señor Jesús! i Cordero celestial! purificad nues– tros labios, para que puedan pronunciar menos in– dignamente las palabras de la Consagración, que Vos mismo pronunciasteis por vez primera la noche del Jueves Santo.... Purificad nuestros corazones, para que sean digna morada donde descanséis. Purificad nuestras poten– cias y nuestros sentidos, nuestra alma y nuestro cuerpo, para que puedan llegarse a Vos; vivir con Vos, vivir de Vos. Que los cielos y la tierra y las criaturas todas que pueblan el Universo se deshagan en amor' y en agradecimiento por este inmenso beneficio conce– dido a las mortales criaturas. Que el hombre adore rendido y confiese humilde este gran misterio. Que sus labios y su corazón canten enajenados al misterio del amor. 42 Cantemos todos, cantemos, Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor. ilionor y gloria a Ti, Rey de la gloria! iAmor por siempre a Ti, Dios del amor!
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