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Y es que, mirando con mirada profética al por– venir, lo ve muy negro, cubierto de espesos nuba– rrones de color plomizo, precursores de formidable tormenta. Pues así como la calma, una calma mis– teriosa, precede a las grandes sacudidas atmosféricas, ve Jesús que una calma aparente-aparente nada más - le rodea. Después ... aquella misma noche, dentro de breves horas seguirá horrísona tempestad de humanas pasiones, represadas por espacio de tres años. No obstante, Jesús lleva a cabo su programa; el programa que tiene trazado para esta noche desde toda la eternidad. Sin incidentes de ninguna clase se celebra como en años anteriores la cena; se come el cordero. Iian terminado las figuras. Ahora comienzan las realidades. ¡Noche del Jueves Santo! ¡Primer Jueves Santo, eucarístico! Anochecido. Entonces, cuando ya no quedaba nada por cum– plir, habiéndose llenado la ley en su totalidad, en– tonces los velos se descorren, y aparecen las reali– dades más dulces para el pueblo que se levantaba. Anteriormente Jesús, queriendo preparar los áni– mos de sus apóstoles y el corazón de la muche– dumbre para la gran obra que pensaba realizar, levantó un poco el velo de los misterios y dijo: «Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, a fin de que, quien comiere de él, no muera. Y soy el pan vivo que he 'descendido del cielo. 38

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