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Las circunstancias por las que el apóstol traidor pasaba después de tan infame contrato, en nada le eran favorables. ¿Qué hacer en tal situación? ¿Consumar su obra de iniquidad? ¿Volverse atrás? y ¿cómo? ¿por qué medios? No encontraba Judas solución adecuada y satisfactoria a tales dificultades; no encontraba ca– mino viable por donde dirigir sus pasos; el des– peñadero por el que marchaba rodando era enorme. En aquel mare mágnum en que estaba metido, no le era posible encontrar salida. La avaricia y la ambición lo hundían cada vez más. Y no obstante, la solución estaba en sus manos. Un sincero arrepentimiento era el camino para conseguir el perdón. ¿No sabía él lo bueno que Jesíts era? De sobra sabía que nadie de su presencia salió sin consuelo, sin paz, sin la calma que reclamaba. Frescos estaban los casos de la Magdalena y de la mujer adúltera; fresca estaba la parábola del hiio pródigo. Las infinitas ternuras del Corazón de Jesús esta– ban convidándolo, ofreciéndole generoso perdón. Pero, i ay! Judas estaba cegado por la pasión de la avaricia, y no veía; el dinero no le dejaba ver. Era imposiblevolverse atrás en el camino comen– zado. De cabeza se hundió en un abismo sin fondo. Tenía que cumplir la palabra dada a ·los prín– cipes de los sacerdotes. Tenía que entregar a su Maestro en manos crimi– nales. · y· lo entregó.... 25
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