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trato y retirádose de la presencia de los príncipes, éstos se felicitarían a sí mismos por el triunfo con– seguido, y que les resultó mejor de lo que ellos pensaban. Sobre Judas lanzarían sarcástica sonrisa, pues sin regateos de ninguna clase había aceptado lo primero que le ofrecieron. Como si se les ocurre ofrecerle menos. Judas ha dado un paso sumamente peligroso. Perb una vez puesto en la pendiente resbaladiza del crimen, era preciso consumarlo, y lo consumó, lleno de villanía y falto de vergüenza. Después de aquel contrato el alma del usurero debió de quedar llena de mortales angustias; su espíritu lleno de sobresaltos; su corazón comido por el gusano roedor. ¿Se dió cuenta de lo hecho? ¿Comprendió lo grande, lo enorme de su crimen? ¿el alcance de aquel contrato tan injusto? ... Por lo menos durante las horas silenciosas de la noche, cuando quiso descansar, a su mente acudirían, como negros fan– tasmas que le abofeteaban en pleno rostro, las treinta monedas; como aves de rapiña que desga– rraban su corazón podrido, los recuerdos de la venta del Maestro. El remordimiento tuvo que comerlo vivo. Los golpes que sentía en el fondo del corazón eran más que suficientes para despertarlo del pro– fundo letargo en que se hallaba sumergido. Aque– llas sienes 'se abrasaban en fuego. Y al presentarse de nuevo ante el Maestro, ¿qué sentimientos serían los suyos? ¿No se daba cuenta de que, siendo la Sabiduría divina, estaba al .tanto de su obra nefanda? Lleno de descaro, ante Jesús de nuevo se pre– sentó, como si nada hubiera hecho. 24