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zar, fo vió desamparado del cielo, maldecido .de la tierra, odiado, aborrecido, moribundo.. Allí, allí murió. Y luego baja del Calvario, y desanda el camino, cubierta con negro manto, destrozado el corazón. i Qué noche tan triste la espera, al encontrarse sola! ... Se interna por las calles de Jerusalén, tortuosas y estrechas, y tomando por las menos frecuentadas y más solitarias va .a perderse en el cenáculo. Está la ciudad hirviendo de entusiasmo. Los gran– des de Israel, los príncipes del pueblo, los escribas y fariseos contentos por haber terminado con su mayor enemigo. Ahora con la mayor frescura, como si nada hu– bieran hecho, están en los sacrificios vespertinos. Otros comentan en grupos los acontecimientos del día. Los extranjeros, que han llegado para celebrar la Pascua y acampan en tiendas a las afueras de la ciudad, hablan de lo ocurrido con el Nazareno. Al pasar María, acompañada de las piadosas mujeres, no falta quien de ella se compadezca. -Es María, la Madre de Jesús. La madre del reo inocente a quien nuestros pontífices han hecho ajus– ticiar. ¡Pobre madre! ¡Pobre María! ¡y qué sola queda en el mundo; sola con sus penas y sus do– lores! ... Bajó del Calvario triste y dolorida dejando allí muerto al que era su vida.... Y en esta bajada fué recorriendo todo el camino que poco antes había hecho en seguimiento de Jesús, y recordando todos los episodios que tuvieron lugar · durante aquella subida al monte. del sacrificio. 207

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