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Jesús tiene sed en la cruz, sed ardiente, devora– dora, insoportable, sed de fuego que le quema la boca, el paladar, las entrañas..De ella se queja, bus– cando algún alivio, pidiendo consuelo. Qué tal sería la sed del divino Salvador pendiente del madero infame, no es fácil adivinarlo, y mucho menos comprenderlo. Él, que pacientemente ha sufrido durante las horas de su pasión sin quejarse de nada, sin pronunciar una sola palabra, ahora se queja de la sed. «jTengo sed!» ffa padecido en el alma horribles dolores, penas internas, tedio, temores, abandono, agonías ,de muerte, desamparo, muchas tristezas. ffa sufrido en el cuerpo azotes, espinas, bofe– tadas, heridas, pesada cruz, clavos. Todo lo ha sufrido sin quejar~e. Sus oídos han sido saturados de oprobios, de maldiciones, de insultos; y a todo ha respondido con el silencio. Y ahora que siente sed no calla, sino que lo mani– fiesta. Tiene sed Jesús y se queja de ella. Sí, sed ardiente tuvo que experimentar después de tantos y tan amargos sufrimientos, desangrándose por todos los poros de su cuerpo, y lleno como estaba de heridas y cardenales. Desde la noche anterior ni un bocado había pro– bado, ni una sola gota de agua ha podido gustar, y i qué noche la pasada a merced de la brutalidad de la soldadesca! ... Con los tormentos a que fué sometido, la fiebre se había apoderado de su cuerpo; fiebre ardorosa que le quema la cabeza, las entrañas, el corazón, todo su ser. 169
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